Sin consuelo y también sin cabeza
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Era un partido para la épica, pero sin perder la estética. Luis había ganado la batalla del atrevimiento en la caseta, Domenech apostaba por la prudencia. Nosotros buscaríamos a Xavi para tocarla, ellos a Henry para jugar a la contra. Nada que reprochar. Además, el partido se puso de cara para los valientes. Era el momento de usar la cabeza. Y no supimos. Lo que aventajamos con la juventud, lo perdíamos con la inexperiencia. Hay que marcar y tu puerta, a cero. Se había cansado de repetirlo Luis. Pero esas cosas se aprender perdiendo, no en la pizarra. Esta vez la tristeza no conlleva reproche alguno.
Queda el consuelo de que dentro de cuatro años medio equipo titular nuestro repetirá aventura en Suráfrica, mientras que los dignos vencedores de ayer lo verán por la tele. La ilusión de ahora nos la quitan ellos, los del colmillo retorcido, Vieira, Makelele y Zidane. Ellos nunca perdieron la calma ni la cabeza. Triste noche para Raúl, titular al fin e impotente para ayudar al equipo. Triste también para Cesc, superado por las circunstancias. Y para Torres y para Pernía... No siempre gana el toque. Perdimos el partido, pero ojalá que no perdamos la identidad.




