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Venderles es traicionar a la afición

Somos un club comprador, no vendedor". Miguel Ángel Gil y Enrique Cerezo han repetido esta frase como un mantra cada vez que se les ha preguntado por la posible venta de Torres. Por si el culebrón del Niño no fuera suficiente, un golazo estratosférico a México ha descubierto a los tiburones a uno de los secretos mejor guardados del fútbol mundial: Maxi, un jugador fantástico. Así que los dirigentes rojiblancos tendrán que duplicar sus cánticos o se les desmonta el chiringuito. Con más pena que gloria, entre decepciones continuas y de manera casi inapreciable, el Atleti ha ido construyendo un buen bloque durante los últimos tres años: Leo Franco, Pablo, Perea, Antonio López, Luccin, Petrov (aún le tengo fe)... Un reparto interesante para rodear a dos estrellas: una deslumbrante (Torres) y otra extraordinariamente precisa (Maxi). Al equipo le faltaban tres detallitos para dar el salto definitivo y parece que ya los tiene: otro crack (Agüero); un lateral diestro (Seitaridis) que suma doble, lo que juega él y lo que deja de jugar Velasco, y un cerebro que aún no está pero vendrá (seguramente Raúl García). Su momento ha llegado, pero...

Pero si vende a Torres o a Maxi, a cualquiera de los dos, se acabó el cuento. Se suele decir que la entidad está por encima de los jugadores, pero no es más que una mentira que de tanto repetirse parece ser verdad. No se conoce un equipo que haya ganado sin buenos futbolistas. Esto es un deporte, no una tómbola. "Somos un club comprador, no vendedor". Muy bien, caballeros, pues ha llegado el momento de demostrarlo. Hablamos del Atlético, un grande, compórtense como tal y retengan a Maxi y Torres. Si no, devuelvan los abonos.