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Robinho sí que 'joga' bonito...

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Les rescato la escena que viví el domingo. Regresaba de Dinópolis, el espléndido parque temático ubicado en Teruel (que también existe). Mi familia estaba encantada tras conocer ese mundo fascinante de aquellos gigantes de dientes afilados que poblaron la Tierra. Convencí a mi mujer (el niño está entregado con el fútbol, aliado seguro) para detenernos en un bar de carretera. Jugaba Brasil. No hay excusa. Ronaldo, Ronaldinho, Kaká y Adriano. El póker. Pero habían pasado 70 minutos y el pequeño dormía, aburrido, y ella bramaba. Con razón. Mucho jogo pestinho y nulo fútbol de fantasía, primer toque y pegada. En la barra apuraban su copa de coñac dos jubilados pura sabiduría popular: "A Brasil le pasa como al Madrid. Juegan siempre los mismos aunque haya cuatro que no pueden con la lengua. ¿Dónde están Robinho, Cicinho y Juninho Pernambucano? Parreira se acobarda, como todos...".

En esas saltó al campo Robinho. Dos recortes, tres fintas, un disparo al poste, dos asistencias, un amago, un giro de cintura, un pase al hueco, un remate buscando la escuadra... Todo en sólo 18 minutos. Un 'completo' servido a la velocidad de la luz. Lógico. Robinho tiene hambre, está en la edad de merecer (aunque llega a un Mundial cinco años más tarde que Pelé en Suecia 58) y no entiende de jerarquías. ¿Les cuento el final? Mi pequeño se despertó, sonrió a la vez que Robinho, mi mujer se pidió un croissant bañado en chocolate y yo una cerveza bien fría. La magia del fútbol. Robinho, obrigado.