Ganar, ganar y ganar; no queda otra

Luis, que siempre ha huido de los maestros de teórica en fútbol, que soporta a duras penas a los llamados analistas, se acabará convirtiendo en algo parecido, aunque con la rudeza de su vocabulario, con menos recursos oratorios. Es la popularidad del Mundial, que arrasa con todo. Nadie se había fijado en los sobacos de Camacho hasta que Antena 3 persiguió a José Antonio con sus cámaras en el Mundial de Corea. Ahora Luis, tras horas y horas de ruedas de Prensa y entrevistas, empieza a hacer popular su discurso con tintes futboleros y poco ortodoxo. Y para disgusto de los lingüistas, acabará calando. Por ejemplo, cuando asoma la muletilla del "y tal" para concluir una frase, sabemos que sirve para reforzar el argumento que acaba de exponer. Punto.

Pero ninguna será más celebrada que la que esgrime cuando quiere definir el carácter que exige a sus jugadores. "Ganar, ganar y ganar". Debe repetirse tres veces el infinitivo verbal, y debe pronunciarse con la boca llena de pasión, casi escupiendo en la entonación, frunciendo el ceño, agrediendo verbalmente al rival si lo está escuchando. Muchos verán algo simplista en el discurso pero les aseguro que es lo que más llega a los futbolistas. Estos agradecen casi siempre que el entrenador no se ande demasiado por las ramas. Ahora que nos hemos subido al carro de la euforia, ahora que estamos sacando pecho en Alemania, lo que hay que pedir es que se gane a Túnez. Simplemente. "Ganar, ganar y ganar"... Así hasta siete veces. No queda otra.