Basket iguala con fútbol
Antes de que la ACB tomase el mando (1957 a 1983), el reparto de títulos en la Liga era el siguiente: 25 el fútbol (22 Real Madrid, 3 Barcelona) y dos el baloncesto (Joventut). Por eso dije siempre que Real y Barça son una bendición para el deporte canastero, pero la auténtica fuerza del basket la reflejaban la Penya o el Estudiantes. Con la ACB instalada en el poder (1984 hasta la fecha) el fútbol sigue dominando (11 títulos el Barça, 7 el Madrid, 2 el Joventut) pero se inició un lento deshielo del glaciar, al aparecer dos nombres nuevos en el palmarés de campeones: TDK Manresa (1998) y Tau Vitoria (2002). De cualquier modo, 20 de las 22 finales ACB disputadas hasta este año han tenido a madridistas o culés de protagonistas (y en 8 ocasiones, ambos).
El hecho de que dos clubes cien por cien baloncesto disputen la corona nacional, desplazando a los colosos del fútbol, evidencia que, para bien o para mal, las fuerzas se han equilibrado. Ya no hay marqueses y plebeyos, estrellas y comparsas. Constatado eso se impone una pregunta: ¿se han equiparado fuerzas por arriba (o sea, que han crecido los débiles) o bien han menguado los fuertes, hasta la igualdad por debajo? El buen papel del Tau en la Euroliga y la calidad de la Liga ACB parecen señalar lo primero, pero un mínimo de sensatez aconseja prudencia. Protección, respeto y mimos a los dos gigantes. Han sido, son y deben ser el lujo, el motor del basket. Alegrarse de sus males es absurdo. Si ellos se constipan el baloncesto puede sufrir pulmonía.