Ladran, luego cabalgamos, amigo Rafa
Los aduladores son gente con fecha de caducidad. Tipos que disfrazan su envidia de admiración hasta que el veneno les corroe y la seda resulta ser esparto. Al arrancar Roland Garros, el Journal du Dimanche puso la zancadilla a Nadal salpicándolo de EPO. ¿Argumentos? Como todo el mundo sabe, España es la cuna del flamenco, los toros... y del dopaje. Y eso fue suficiente. El avispado Djokovic afirmó en cuartos tras retirarse (perdía 6-4 y 6-4) que "tenía controlado el partido". Y ayer Ivan Ljubicic, carcomido por la envidia, advertía que "todo el mundo quiere que Federer gane la final".Rafa comienza a coleccionar enemigos sin buscarlos. Suele ocurrir cuando llegas a un sitio y la gente sospecha que lo haces para quedarte. Ejemplos hay miles, pero quizás el que está más a mano sea el de Fernando Alonso. A Nadal no le conocíamos aún ningún Ralf Schumacher. Ni siquiera un Kimi Raikonnen. Y a día de hoy, en su horizonte sólo aparece Michael Schumacher disfrazado de Roger Federer. Lo importante es que el público que llenó ayer la Philippe Chatrier, incluido Leonardo Di Caprio, reconoció el mérito de Rafa aplaudiendo sus golpes. ¿Las críticas? Ladran, luego cabalgamos.