En 1992 nos pusimos a ganar medallas en los Juegos, si no como locos, sí con cierta regularidad. Hasta esa fecha mágica salíamos a una media de dos medallas por cada edici desde el 92 hasta la fecha la media ha subido a diecisiete. Y no baja. Los Juegos de Barcelona significaron el despegue definitivo. Samaranch le dijo a Gómez Navarro, entonces secretario de Estado para el Deporte, que si quería que los Juegos fueran un éxito había que ganar medallas y todos se pusieron a cavilar. Al desaparecido Ferrer Salat, que era el presidente del Comité Olímpico Español (COE), se le ocurrió lo del ADO, una Asociación de Deportes Olímpicos para dotar de cuantos medios fueran necesarios a nuestros deportistas.

Para eso hacía falta mucho dinero. Ferrer Salat, que también era presidente de la CEOE, comenzó a liar a empresarios amigos. Aquello fue un éxito. Los deportistas de las especialidades menos afortunadas económicamente pudieron profesionalizarse y los resultados no tardaron en llegar. El modelo fue copiado por otros países y continúa aún vigente gracias a Coca Cola, El Corte Inglés, Endesa, Pascual, La Caixa, Telefónica, Loterías y Apuestas del Estado, Allianz, Caja Madrid, Campofrío, Damm, Nutrexpa y Repsol. Gracias a estas empresas, ahora mismo tenemos a 294 deportistas que se preparan para Pekín. El COE presumió ayer de ellos. Fue un bonito reconocimiento a estos futuros campeones y a su hada madrina.