Torres elegirá entre ganar y su naturaleza
Mi amiga Eli, familia madridista y novio culé, se ha hecho del Atleti. Fue mudarse cerca del Manzanares y caer rendida. Era inevitable. Ahora, oyente sufridora de Carrusel, habitual del Calderón y experta en leer los estados de ánimo de Petrovski (sic), intenta que le explique por qué uno acaba así de absorbido por una pasión tan frustrante. Y lo intento, aunque es difícil expresar con palabras una manera de vivir. Lo primordial: ¡Que no nos gusta perder! Pero, eso sí, queremos ganar a nuestra manera. Siempre ha habido dos formas de lograrlo. En Hollywood, Cary Grant se presentaba en la casa de su ex, una niña pija de Filadelfia, horas antes de su boda y en un suspiro tenía a Kate Hepburn entre sus brazos, sin una arruga en el traje. Todo muy elegante, un triunfador en toda regla, pero... Demasiado fácil y un poco prepotente. No hay lírica en esa victoria. Mientras tanto, Humphrey Bogart intentaba olvidar con whisky en Casablanca cuando, de entre todos los cafés del mundo, Ingrid Bergman tuvo que entrar en el suyo. La recupera, pero entiende que sólo gana si la deja marchar. Y yo me emociono, le entiendo, admiro ese triunfo que habrá quien vea como una derrota.
Mientras los Beatles conquistaban las listas con tiernas cancioncillas a sus hijos y novias, los Rolling Stones proclamaban con infinito morro y carisma su simpatía eterna por el diablo y ahí siguen, con el Calderón, donde un día rompieron el cielo, como santuario. Supongo que los que admiran a los ejecutivos millonarios de las novelas de Bret Easton Ellis preferirán los triunfos aplastantes de Grant y McCartney, pero los que, como Holden Caulfield, quisimos ser un guardián entre el centeno necesitamos cierto estilo en la victoria. No sé si Eli entenderá esto ahora, aunque lo hará con los años, pero mientras divago pienso en Torres y en la decisión que debe tomar. Él es uno de los nuestros y escucha todas esas extrañas voces en su cabeza. En un oído, Bogart le susurra que si este avión despega sin él lo lamentará, tal vez no hoy, puede que mañana tampoco, pero algún día y para el resto de su vida. Me voy, piensa. Pero en el otro, Jagger le canta que no siempre puedes conseguir lo que quieres, pero, si lo intentas, tal vez obtengas lo que necesitas. Vale, me quedo. Da igual. Haga lo que haga, gana y pierde. Como buen atlético, la victoria nunca será total. Y nos gusta así.