Un remate que pasó a la historia

Un remate que pasó a la historia

Prácticamente todos los aficionados del Atlético esperaban el momento en que Torres saliera al terreno de juego del Carlos Belmonte. Justo cuando saltó al campo los aficionados rojiblancos estallaron de júbilo. Y eso que el Niño entró por otro de los grandes, Kiko. La fotografía del cambio forma ya parte de la historia rojiblanca, ya que supuso el testigo generacional entre dos cracks. Torres aprovechó bien los veinte minutos que le dio Cantarero. Recuerdo perfectamente el tanto del ahora internacional español. Amaya lanzó, desde la mitad del campo del Albacete, una pelota cruzada al segundo palo. El partido había sido muy plano y el Atlético no había visto la manera de hincarle el diente al conjunto manchego.

Torres hizo un desmarque perfecto y remató con la cabeza en una postura bastante complicada. El balón entró cruzado ante la mirada de Valbuena. Un chaval de 17 años había entrado ya en la historia rojiblanca. No fue lo único que hizo: nada más entrar al campo provocó una amarilla a Padilla, que ya tenía una. Y tras el gol, una roja a Arias. El Niño había ganado tres puntos vitales y el sueño de miles de hinchas rojiblancos seguía en pie: el Atlético al final no subió a Primera, pero esa tarde en Albacete ganó el mejor de los últimos años en el Calderón. Ese aire fresco, esa velocidad y esas ganas de comerse el mundo revolucionaron un club que vivía sus horas más bajas. Torres no podrá olvidar nunca aquel gol de cabeza.