Veinte años de aventura no son nada

La amable invitación del Foro Ferrándiz-AS, la semana pasada, para dar una charla sobre los últimos años de aventura me ha proporcionado una excusa para darme un largo paseo por lo que ha sido Al filo de lo imposible desde que comenzamos, hace más de veinte años; apenas nada como bien dice el tango. Esto de viajar al pasado no es precisamente uno de los destinos más en boga, en estos tiempos aplastados por el peso de la inmediatez. Pero lo cierto es que suele resultar muy ameno e iluminador darse un garbeo por lo que fuimos -y también lo que quisimos ser, a veces más decisivo a la hora de entender nuestra biografía-, y no sólo por aquello de no tropezar con la misma piedra por encima de un número razonable de veces.

A mí me ha servido para recordar a todos los amigos que hicieron ese camino mucho más rico, cuando no sencillamente posible. Como bien escribió Stevenson: "Lo mejor que nos encontramos en nuestros viajes es a un amigo honrado...". He perdido más de veinte grandes amigos en estos años. A veces me entristezco cuando pienso en ellos, aunque les recuerdo jóvenes y alegres, llenos de vida y optimismo, luchando por conseguir los sueños que teníamos. Nosotros no hemos sido ni más fuertes ni más inteligentes que ellos, simplemente fuimos más afortunados. Y les hemos sido leales en todos estos años. Que te recuerde la gente que te quiere se me ocurre que debe ser lo más parecido a la inmortalidad. Detrás de esa larga lista de logros, están ellos. Y los espectadores que han seguido nuestros documentales y que gracias a ellos siguen siendo posibles.

Todos formábamos parte de un país que se desperezaba de un largo sueño, lleno de pesadillas, que quería cambiar, crecer, conocer, aventurarse, hacerse con las riendas de su destino. España se reencontró, después de cientos de años de decadencia, con el mejor periodo de su reciente historia y con la aventura. Por encima de los sueños conseguidos (170 expediciones, 230 documentales, los catorce ochomiles, los tres polos, récords en espeleobuceo, vuelo libre, descensos de aguas bravas...), lo que más nos enorgullece es haber transmitido a nuestros espectadores los mejores valores deportivos, como el trabajo en equipo, el esfuerzo, el sacrificio, la solidaridad, saber perder y ser humilde en la victoria. Que amen este planeta y la vida vivida con pasión.