Con la lección aprendida

Le he visto dos veces en mi vida, ambas en el mismo restaurante y coincidiendo con procesos electorales de su club. Una comida y una cena para, cortésmente, anunciarme sus intenciones. La última vez hace un mes. Pese a la contundente derrota de hace dos años frente a Florentino, encontré al mismo Baldasano de entonces: entusiasta, confiado y, si me apuran, un poco ingenuo. Unas elecciones se ganan con ilusión pero hace falta más. Superada la barrera de que el socio te conozca, ahora toca actuar y ofrecer bienes tangibles, y no me refiero ni a sellos ni a coches sorteados por recoger propaganda. Por desgracia, el socio pasa de decálogos, ideas revolucionarias, debates económicos y discursos románticos.

Creo que los comicios de hace dos temporadas le sirvieron a Arturo para ver cómo movía los hilos el poder y cómo respiraba el socio. Más que varapalo yo hablaría de lección aprendida. Ni se puede ir de pardillo, ni debes ponerte en manos de cualquiera para que te asesore. Pero el viento ha podido cambiar para él. No se vislumbra nadie con un gran carisma. Casi todos sus rivales son auténticos desconocidos para el socio. Incluso lo de que le hayan robado a Del Bosque puede beneficiarle. Dudo de que la vieja guardia madridista tenga el predicamento que tenía en la anterior votación. Florentino se ganó la confianza de las gentes prometiendo que en el Madrid estarían los mejores jugadores del mundo y soltando a continuación que tenía cerrado a Figo.