Celebro que desde Estados Unidos vean los futuros enfrentamientos entre Federer y Nadal como duelos del siglo. Imagino, por cierto, que en Alemania quisieran decir lo mismo de los Schumacher-Alonso... siempre que su piloto aguante el tirón y llegue al final de la temporada con posibilidades de disputar el título. En cualquier caso, ya ven, ahí están los nuestros amargando la vida a un heptacampeón del mundo y a un ganador de siete Grand Slam que empieza a comprobar que jamás ganará Roland Garros... mientras Nadal esté en la pista. De todas manera, no veo tan claro eso de los duelos enormes cuando los enfrentamientos entre ambos presentan un balance de cinco a uno. Favorable a Nadal, por supuesto.

Es evidente que los dos tienen que coincidir aún muchas más veces. No tantas como McEnroe con Lendl (36 veces) o con Connors (34), porque la exigencia del tenis actual, muy físico y con una temporada cargadísima, no permite mantenerse quince años en activo, como sucedía antes. Fíjense en Federer, quien con 24 años parece que su tenis ya no va a ir a más. El de Nadal, en cambio, sí. Nadal aún tiene mucho margen de mejora. Y cuando se mete en una final, no hay quien le gane. Es un depredador. Lleva trece finales seguidas ganadas, más de las que consiguieron encadenar en toda su carrera McEnroe o Borg. Tres de ellas se las ha ganado a Federer en lo que va de año. Mala suerte para Federer. Ha coincidido con un genio.