En busca del proyecto definitivo
Por muchos Agüeros o Rosickys que lleguen la próxima temporada, me prometo a mí mismo no hacerme ilusiones. Al igual que muchos aficionados, esperanzarme cada año por estas fechas no es sino alumbrar la funesta frustración con la que solemos acabar cada año. Siempre pasa lo mismo. Todos los fichajes, por su mera condición de tales, levantan unas enormes expectativas. En muchos casos no les conocemos, pero el solo hecho de que les hayamos fichado les confiere poderes sugestivos ilimitados y un talento fuera de toda duda. Luego, el eterno maleficio que parece lastrarles en cuanto visten nuestra camiseta. Eso y la constatación de que no eran para tanto, hacen que la burbuja habitualmente se pinche. Así que más vale curarse en salud.
S i Agüero o Rosicky son tan buenos, que lo demuestren cuando estén aquí. Lo mismo digo de Pernía y sólo tengo que recordar lo bueno que era Gabi en el Getafe. Después ya llegará el momento de ilusionarnos cuando lleguen los resultados. Consumado el fiasco, un año más llega la hora de las altas y bajas en los despachos. En ellos se tendrá que oficializar la enésima cuadratura del círculo: conseguir que de una puñetera vez cuaje un proyecto en el Calderón. Que la suerte les acompañe. Lo digo por el bien de Fernando Torres, que nos está regalando sus mejores años futbolísticos a cambio de nada, por el bien de una abnegada afición harta de tanto desengaño y por el bien de una gran entidad deportiva demasiado venida a menos.