Ayer siempre será un gran día
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Antes del partido, sentía envidia de Trueba. Me hubiese gustado firmar la crónica del último partido de Zidane en el Bernabéu. No soy mucho de guardar recortes, pero tengo en un lugar preferente de mi casa el de la final de Glasgow y la famosa volea de Zidane. Aquel día tuve el privilegio de ser el cronista en este diario. Ni la grandísima cagada protagonizada por el Madrid durante muchos momentos pudo ayer con el homenaje al francés. Zizou cumplió hasta el último día y ejerció de paraguas para amortiguar el chaparrón que venía de la grada.
Y ahora, algo que guardo desde hace un lustro. Primavera de 2001. Céntrico restaurante de Madrid. Almuerzo de negocios. Por una lamentable filtración, aquella comida se vendió como el politiqueo de un grupo periodístico con el presidente del Madrid. Nada más lejos de la realidad. Ni citaré comensales ni asuntos que allí se trataron, aunque todo menos confabulación. El chivato no acertó a captar el mensaje fundamental, el que llegó a los postres. Casi sin querer, medio en broma, surgió el nombre de Zidane. La sonrisa cómplice de un colaborador de Florentino destapó el pastel. Días después, el diario AS apostó por el fichaje del francés por el Madrid. Hasta siempre, Zizou.




