Dinho se consagra con títulos
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Recuerdo como si fuera hoy el día después de la proclamación de Laporta como presidente. El azar quiso que le entrevistara esa jornada para la tele y, minutos antes de dicha cita, el Madrid hacía oficial el fichaje de Beckham. El inglés había sido el gancho electoral de Joan. No perdió la sonrisa ni la compostura. Bien es cierto que para entonces tenía amarrado a Ronaldiho pero eso, en aquel momento, parecía un trofeo menor. Tres años después se ha demostrado que aquello cambió la historia de los eternos rivales. También sirve para certificar que, en casos excepcionales, los grandes jugadores sí son capaces de hacer un equipo campeón en torno a su figura.
Cierto es que en torno a él se configuró una plantilla con racionalidad. Sin alardear de cantera, se mimó a los Valdés, Xavi, Puyol o Iniesta. Sin presumir de talonario, se fueron añadiendo al proyecto Márquez, Edmilson, Giuly, Deco o Etoo. La apuesta era rotunda. Hasta el punto de que se puso todo en manos de un técnico inexperto y que no regalaba titulares. Rijkaard es el tercer vértice de este triángulo que empieza a resultar mágico. Su mayor virtud: la sensatez. Esa que otros empiezan a perder con la llegada de los títulos.




