Unos males de difícil solución

La derrota ante el Mallorca, una más, no sólo ha arruinado las pocas posibilidades que teníamos de jugar en Europa, ha servido además para constatar definitivamente que no tenemos un equipo ganador. Llevamos varias temporadas tratando de apuntalar un bloque competitivo. Un reto que aún no hemos conseguido. De nada sirve marcarse objetivos, si contamos con unos jugadores que no dan la talla cuando hay que darla. Unos jugadores que se arrugan en los momentos clave, a los que les puede siempre la responsabilidad, la presión les nubla las ideas y les desborda la ansiedad. Hasta los desinhibidos chavales del segundo equipo, les demostraron hace poco que es imprescindible tener mucho más que fama, prestigio y talento futbolístico.

E s cuestión de mentalización y de carácter, virtudes de las que carecemos. Últimamente nos pasa siempre lo mismo y especialmente en casa, ante una afición con la que los jugadores están en deuda desde hace tiempo, lo que evidencia a las claras que la plantilla actual continua sin estar a la altura de las expectativas. Llegarán Agüero, Pernía y Rosicky. Espero que no sufran de otro inexplicable mal que nos aqueja: el bajo rendimiento de los fichajes en cuanto visten nuestra camiseta. Sólo hay que pensar en el frágil Ibagaza o en Kezman, Petrov y Gabi. Ahora que ya parece sentenciado Murcia, es momento de poblar de certezas el futuro. Para ello, Toni y Aguirre, si finalmente sigue el primero, deberían asegurarse el concurso de un solvente gabinete de psicólogos.