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Balonmano, otra cara del deporte

Hace unos días, tuve la suerte de conocer de primera mano -valga la redundancia, pues se trataba de un partido de balonmano- otra cara del deporte. En realidad, creo que me topé con la cara del deporte en estos tiempos en los que lo habitual es darte de bruces con su cruz. Ocurrió gracias a los buenos oficios de mi amigo Kiko Arregui, un aventurero de raza, pues sólo así se puede entender que un reconocido neurocirujano como él se haya lanzado a presidir el CAI Aragón con el mismo coraje que hace unos años se atrevió a venirse con nosotros hasta los pies del Everest. El caso es que Kiko me invitó a realizar el saque de honor de un partido que enfrentaba a su equipo con el Alcobendas.

No fue en absoluto un encuentro de trámite, pues ambos se jugaban mucho. Los maños hacerse con una plaza para jugar la próxima temporada en Europa y el Alcobendas escapar de la amenaza inminente del descenso. Se impuso el CAI y, sobre todo, el fair play de ambos equipos en aquel encuentro. Por ejemplo, y a pesar de la contundencia empleada en algunos lances del partido nadie fingió una lesión, nadie intentó hacer daño al adversario, nadie perdió tiempo con fingimientos. Los árbitros, que cometieron algunos fallos, apenas fueron amonestados por el público y nunca por los jugadores. Todo aquel partido nos proporcionó a los espectadores una colección de momentos por los que uno se reconcilia con la grandeza del deporte. Pero la sorpresa más agradable la tuve al final gracias a un pequeño gesto (y a la vez grande, por lo inusual) de uno de los jugadores del Alcobendas, Samuel Trives, que subió a saludarnos y a felicitar a Kiko por la victoria al tiempo que le animaba a que siguiesen en la línea de buen juego y eficaz gestión. Un gesto que compendia la verdadera esencia del deporte. Samuel me contó que es un amante de la aventura y que sigue las expediciones de montaña con el objetivo de aprender y hacer aprender a otros deportistas los mejores valores del deporte. Él los ha aprendido. La cada vez más general idolatría hacia la victoria, convirtiéndola en el único objetivo, que debe lograrse a cualquier precio, se está encargando de empalidecer otras facetas del deporte al menos tan importantes como el triunfo. Con aquel pequeño gesto, Samuel demostró que es de los que saben perder; es decir, que es un gran deportista.

Sebastián Álvaro es director de 'Al Filo de lo Imposible'