Yo digo J. J. Santos

El artista cuelga el pincel

J.J.Santos
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En este momento me acuerdo de Alfredo Di Stéfano. La Saeta siempre ha visto ridículo ponerle números a los más grandes del fútbol. No es falsa modestia, es pura sensatez. ¿Qué cualidades destacamos para aseverar quién ha sido el número uno? ¿Controlaba el balón don Alfredo como Zidane? ¿Tiene el francés la velocidad de Cruyff? ¿Pelé jugaba para el equipo como lo ha hecho Zinedine? Ahora que hay que despedir a uno de los grandes del fútbol mundial, no caigamos en miserias. Zidane estará para los restos en esa lista de elegidos. Desde ese punto de vista, estamos ante un momento histórico. Por edad, me ha tocado ver como cuelgan las botas tres: Cruyff, Maradona y ahora Zidane. Esta última despedida será la más discreta de todas.

Pero el centrocampista francés ha representado algo más. Podríamos hablar del antidivo. No ha caído en las redes del glamour, tampoco en el egocentrismo de otros. Desde el final de un partido hasta el siguiente ha pasado de puntillas, sin dar la nota, haciendo honor a sus orígenes humildes. Con la misma elegancia que ha tratado al balón, lo hizo también con todos los que participamos indirectamente en el espectáculo. Su sonrisa acabó conquistando a todos tanto como su escuela de ballet cuando pisaba el esférico. Y se marcha renunciando a un carro de millones, negándose a que se pueda cuestionar su profesionalidad. Entre tanto egoísmo que se cuela por las rendijas del Santiago Bernabéu, él deja un legado de coherencia.

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