Yo digo J. J. Santos

Ser perico es una religión

J.J.Santos
Actualizado a

Noticias relacionadas

Hace muchos años que conozco a un par de aficionados del Espanyol. Son irreductibles, inasequibles al desaliento. Ambos se dedican a esto de comunicar y, por razones obvias, voy a omitir sus nombres. No, no piensen en Tomás Guasch porque ese nunca escondió su militancia perica. Pero ambos son del corte de Tomás. Acostumbrados a vivir en la trinchera, a ser el patito feo en una ciudad dominada por el Barça. Viven de forma más lúdica el fútbol. Y es como si todo lo bueno que está por llegar, llega de añadido, de propina, como caído del cielo. Pero eso no quiere decir que renuncien a nada, que se crean menos que nadie, todo lo contrario. Incluso están convencidos de que una persecución casi histórica les impide triunfar con mayor asiduidad.

Pues todo eso, resumido en una sóla voz, aunque eran más de 25.000 ayer. Y el reflejo en el campo en las botas de un futbolista: Tamudo. Es la segunda vez que le veo ganar una final casi solito. Gol y asistencia de gol. Ya, ya sé que Iván de la Peña fue fundamental en el primer tanto y que Luis García puso de forma magistral la cabeza en el segundo. Pero Tamudo, además de goles y asistencias, representa ese espíritu perico mejor que nadie. Bendita la hora en la que un médico negligente le dio por inválido para jugar en Escocia por que, con perdón, ¿qué coño hubiese pintado Tamudo dando patadas en las islas británicas? Se habría perdido dos Copas como dos soles y el poder contárselo a sus vástagos. Porque lo de ser perico sí que se pasa de padres a hijos.

Te recomendamos en Opinión

Productos recomendados