La gesta para ganar dos puntos
Acabo de llegar a Katmandú, una ciudad que parece mantenerse invariable y al margen de la globalización y casi del tiempo. Aquí siguen sus hermosos templos de madera a cuyos pies pobre gente vende lo que puede en las aceras; uno de esos paisajes que nunca se olvidan porque de ellos nunca se regresa. Los pocos cambios que han ocurrido en Nepal en estos últimos veinte años se reducen a pequeñas novedades como este cibercafé desde el que escribo estas líneas o la multitud de motos que circulan a su aire por la caótica ciudad que ostenta el título de capital del reino de los Himalayas. Considero que la motocicleta ha supuesto para los habitantes de Katmandú una de las pocas ventajas que se han incorporado a su modesta vida. Esa barahúnda sobre dos ruedas me ha recordado a otra concentración motera ocurrida al otro lado del mundo y con una motivación muy diferente: el Gran Premio de Jerez.
Los fines de semana vuelven a oler a gasolina y a goma quemada. Ha comenzado el mundial de motociclismo y la fiesta que siempre es Jerez lo ha celebrado a lo grande con Bautista (125 cc.) y Lorenzo (250 cc.) y con un Pedrosa, recién llegado a Moto GP, prometiendo grandes emociones. Valentino Rossi, el rey a destronar por el pretendiente Pedrosa, entró en décimo cuarto lugar arañando dos puntos con los dientes, pues se había ido al suelo por culpa de un desafortunado toque con Toni Elías apenas comenzada la carrera. El gran campeón, el tipo que lo ha ganado todo y varias veces sin importar el logotipo que figurara en su montura demostrando que, en el motociclismo de competición, la mecánica todavía está supeditada al genio, entraba entre los últimos. Un puesto del que debiera sentirse legítimamente orgulloso y nosotros, los espectadores, agradecidos.
No estamos acostumbrados a que una gran estrella dé tal muestra de pundonor. No hace falta dar nombres para que acudan a nuestra memoria otras estrellitas más que propensas a borrarse y deshacerse en excusas al mínimo contratiempo. De hecho, nadie le hubiese reprochado que dejase su Yamaha tirada en la grava. Pero Rossi, que nada tiene que demostrar, prefirió poner en pie su montura, volver juntos a la pista y terminar la carrera. Puesto: 14 puntos: 2. Esto dice la frialdad de los números y lo que valorarán los cortos de vista. Pero el gesto de Il Dotore Rossi tiene valor en otros territorios. Allí donde el coraje y la vergüenza torera todavía son algo importante. Es el valor de correr para demostrarse a sí mismo que puede enfrentarse a la adversidad. El gesto de Rossi en Jerez es de los que hacen grande al deporte tanto como los triunfos y las grandes gestas.
Sebastián Álvaro es director de 'Al Filo de lo Imposible'