Hoy todos debemos ser Palop
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No hay excusas posibles. El deporte es otra cosa. Nada tienen que ver con él tipos armados con botellas de whisky o con botes llenos de cerveza. Esos energúmenos, que siguen ahí porque nadie los echa del fútbol para siempre, llenaron de vergüenza al Calderón, a los atléticos de buena fe, que son la mayoría, y a todos los que creemos que el deporte es diversión y espectáculo. Y educación. Ayer le tocó a Palop pagar las consecuencias de que esta lacra no se haya barrido de todos los campos. Pero antes fueron otros. Casi todos los porteros de Primera han tenido que soportar impertérritos a este tipo de gamberros que se ocultan en las gradas. Cualquier medida para acabar con esto será bienvenida, ya basta de tantos bárbaros consentidos.
Yo creo que hoy no es día para meterse con el árbitro, que tenía motivos suficientes para suspender el partido, y que dijo "me voy" y luego regresó, porque alguien le convencería. La reanudación fue lo más patético que se ha visto en un campo de fútbol, con los jugadores del Atlético desesperados y haciendo oposiciones a las tarjetas rojas. Mal hecho. El Sevilla, que otras veces ha sido un equipo provocador, hizo su partido en el Calderón, y jugó bien, y si iba ganando era porque lo había merecido. Ya está bien de culpar al empedrado o a los árbitros. La educación y el respeto deben volver al fútbol. Los jugadores del Atlético lo que deberían hacer es pedir disculpas al Sevilla y a su portero por la actitud de cuatro impresentables. Hoy todos deberíamos ser Palop.



