Este no es el Atlético que yo conozco
Me cuesta reconocerme en este Atlético ganador de los últimos tiempos. Que de ocho jornadas únicamente hayamos perdido una, es una dinámica a la que los aficionados rojiblancos no estamos acostumbrados. Tampoco es fácil habituarse a comprobar cómo el equipo se viene arriba cuando el rival le empata, en lugar de la habitual depresión en que se sumía hasta hace nada. A constatar cómo somos capaces de ganar a pesar de jugar mal o, incluso, a que los árbitros te echen una manita de vez en cuando, como sucedió frente al Racing. Ganamos y somos capaces de hacerlo sin el concurso de jugadores fundamentales en el esquema de Murcia, como Maxi, Ibagaza o Luccin. Este es el mejor síntoma del cambio experimentado. El equipo funciona como un bloque que tiene confianza en sus posibilidades y que es capaz de sobreponer el valor del conjunto a la indudable brillantez de las individualidades con las que contamos.
Ante el Villarreal nos jugamos mucho crédito y no menos posibilidades reales de cumplir con nuestros objetivos europeos. Estamos ante uno de los encuentros claves de la temporada, seguramente el más importante hasta la fecha. Esperemos que únicamente sea ante el Real Madrid cuando nos tiemblen las piernas y que en los partidos decisivos demostremos que nuestro dulce momento no es fruto del azar. Espero que por mucho tiempo siga sin reconocer a este renovado, descarado, motivado y valiente Atlético de Madrid.