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Un blanco perfecto en el Polo

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Qué hace un negro en el Polo Norte? ¡Un blanco perfecto!" No cuesta imaginar a Robert Peary riéndose de este presunto chiste a costa de su compañero de expediciones, el afroamericano Matthew Henson. Y es que el bueno de Peary tuvo una serie de comportamientos que nos hacen pensar que su catadura moral le emparienta con esa patulea que grita insultos racistas en los estadios de fútbol. Nunca concedió a Henson la posibilidad de compartir en pie de igualdad la gloria de haber pisado por primera vez el Polo Norte Geográfico en 1909, una obsesión para el norteamericano. Hay que reconocer que en esto de quedarse para sí toda la gloria no hacía diferencias, pues tampoco tuvo el menor gesto con los esquimales que le acompañaron en la expedición que terminó con su afirmación de que había, por fin, alcanzado ese punto geográfico que era la razón de toda su vida.

A uno y otros les trataba como razas inferiores. Uno de los esquimales que se llevó a su país, y que paseó como atracción de feria, descubrió en el museo de ciencias naturales el esqueleto de uno de sus familiares que Peary le había vendido a aquella institución científica. Resulta evidente que los escrúpulos no parecían formar parte de los valores morales de Peary. Y estamos hablando de sucesos acaecidos a principios del siglo XX, un tiempo en el que, por ejemplo, también fueron exterminados por los argentinos, (o extranjeros afincados en su territorio) los últimos indígenas de Tierra de Fuego. Resulta curioso que se siga hablando de la crueldad de la colonización en América hace 500 años y se silencien estos hechos ocurridos hace dos días, como quien dice. Será que para norteamericanos y suramericanos resulta más cómodo ver la paja en el ojo ajeno.

En el caso de Peary, de esta forma se cimentó su merecida mala fama. Desde muy pronto se puso en duda que verdaderamente hubiese alcanzado el Polo Norte. La disputa con Cook, pretendiente al trono helado, fue sonada en su época y no se ha acallado en estos casi cien años transcurridos. Intervino el Congreso de EE UU declarando vencedor a Peary, después de una campaña de desprestigio de Cook y manipulación, de la que no estuvo exenta la poderosa National Geographic que nunca ha querido pedir perdón por ello. El último aldabonazo en contra de Peary lo acaba de publicar en España Peter Matthiessen en su libro El Fin de la Tierra, en la misma editorial de National Geographic. Nos debemos felicitar por ello pero no es suficiente. Desde luego, el que Peary alcanzase o no el Polo Norte no endulza, ni menos justifica, su actitud con sus compañeros y con la verdad científica. Desde luego, Peary y todos esos que insultan y gritan, sí son un blanco perfecto de actitudes con las que hay que acabar.

Sebastián Álvaro es director de 'Al Filo de lo Imposible'.