Yo digo J. J. Santos

Faltaba Florentino en el palco

J.J.Santos
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Marcó Cassano. ¡Milagro! Empató Kezman. ¡Milagro! Las cámaras buscaban al nuevo presidente del Real Madrid. Martín, Fernando, cerraba los puños y tragaba saliva. Marca Baptista. ¡Milagro! Martín sonríe. Se siente presidente. ¿Y Florentino? Ausente, en un boda dice él. No le crean. Estaba viendo el partido con tensión. Con más inquietud que muchos de los que estaban en el terreno de juego. ¿Y el Atlético qué? Acogotados, arrugados, perdiendo la identidad de Murcia. Con Kezman reivindicando su condición de goleador porque sabía que los flashes estaban enfilándole. ¿Y López Caro, y Ronaldo? Uno haciendo cucamonas con el segundo y el otro ausente. ¿Y Roberto Carlos? Puesto en la diana como Ronaldo, pero estuvo torero, muy torero.

Pero el Atlético porfió con casta, aunque con complejos, fiando su suerte a cambiar la historia. Se veía que estaba arrugado, encogido, sin el sitio necesario. Sesteaba el Madrid, quería y no podía el Atlético. En esto, cerca del final, Guti se mosqueó con su cambio. No es algo nuevo, ya lo hicieron antes Míchel o Hierro. Mala costumbre. Hábitos que al dimisionario presidente no le gustaban un pelo. En fin, que es más importante el fuero que el huevo. Florentino, mordiéndose las uñas, debió disfrutar, pero no, él dimitió por algo que sigue latente: la falta de espectáculo, la acomodación de muchos, el sin sentido que el mismo generó. Para enmendar todo eso hace falta aún mucho tiempo.

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