El cuajo de un chaval de nombre Cesc
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Ala media hora de juego ya estaba justificado el bolo. En ese tiempo, pese a que la selección no ganaba, vimos que algunos de los problemas que pueden agobiar a Luis están en vías de solución. Sergio Ramos y Antonio López, sin hacer un partido para tirar cohetes, ofrecieron garantías en los laterales, que es algo que no hemos conseguido en los dos últimos años. Villa, arriba, demostraba que su estado de gracia se traslada a la roja. Y lo mejor, la aportación del joven Cesc en el centro del campo. El futbolista del Arsenal destila fútbol en cada pase, se mueve como un veterano y lee la jugada unas décimas de segundo antes que el resto. La prueba del cinco, la del ocho en este caso, salió bien.
Colectivamente, el equipo tuvo la agresividad necesaria para contrarrestar el poderío de los africanos. Hoy día, si no muerdes desde la primera línea, estás muerto. No se trata de perder nuestra identidad, ni despreciar a los que destilan clase, pero el que quiera ser titular debe remangarse como el resto. En eso es donde se nota más el avance del fútbol en los continentes con menos tradición. Ya nadie juega de forma anárquica. Costa de Marfil no será una comparsa en el Mundial. España, pese a sufrir tanto ayer, tampoco.




