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La pelota, en el tejado de las estrellas

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La dimisión de Florentino, además de generar un considerable embrollo institucional, ha dejado la pelota en el tejado de los futbolistas. Apartado el presidente que los fichó y pasando por alto a los supervivientes habituales (Butragueño y Ramón Martínez), ya no quedan más culpables que ellos. Ahora descubriremos su forma de responder directamente a las exigencias del público. Ya no hay palco, ni coartadas. La retirada de Florentino deja sin protección a una plantilla hiperprotegida. En esta nueva situación me sorprende que algunos futbolistas sigan sin darse por aludidos, arrogantes, como si el cambio de presidente no les afectara, como si los que vienen detrás fueran a ser igual de permisivos. Y no creo.

Pero se equivocan quienes señalan sólo un problema deportivo. No fue ese el único error de Florentino. También hubo en el club un pecado general de soberbia que arrastró a los futbolistas y que hizo proliferar en los campos de España los territorios comanches. Tan mal cayó el proselitismo de la nueva religión blanca como la distancia que pusieron con el mundo algunas estrellas. Sólo algunos se salvan y yo sí diré nombres. Es fácil, se salvan los que se paran ante la gente, los que luchan pero sonríen, Casillas, Beckham, Ramos, Baptista... Los que respetan el sentimiento. Los tecnócratas olvidaron esa difusa palabra.