Conseguir lo imposible en la Antártida
Mientras Hugo, nuestro capitán, sortea los témpanos de hielo al timón de la pequeña lancha neumática, observo el rostro pensativo de mis dos amigos Carmen Portilla y Josep María Castellví, equipados como astronautas y serios como si su despegue estuviese a punto de comenzar la cuenta atrás definitiva. En realidad, internarse en la profundidad de los mares de la Antártida debe poseer el mismo grado de incertidumbre que hacerlo en un agujero negro: no sabes ni adónde vas a ir a parar ni lo que vas a encontrar, ni los peligros que te saldrán al paso. Lo más probable es que todo vaya mal y además pases frío. Desde hace casi un mes estamos tratando de lograr imágenes submarinas que consigan reflejar la grandeza y majestuosidad de este océano lleno de vida.
De alguna forma, queremos mostrar en nuestro futuro documental las dos caras de este continente contradictorio y extremo. Mientras en su interior, helado, seco y ventoso, la vida ha sido desterrada, el océano que lo rodea, sin embargo, es el más rico y el que más vida sustenta de todo el planeta. Pero conseguir apenas diez minutos de imágenes submarinas supone toda una peripecia que recae sobre los hombros de nuestros dos buceadores. El agua no supera el grado de temperatura y los traicioneros icebergs, bajo los cuales deben sumergirse, pueden moverse sin previo aviso. Además, conforme ganan profundidad, les rodea una completa oscuridad (de hecho, algunos días han buceado de noche) y todo tipo de animales, desde las peligrosas orcas o los inocentes y graciosos pingüinos a las no menos temibles focas leopardo, un formidable depredador de estas aguas. A su favor Carmen y Castellví tienen una gran experiencia y el hecho de que sean personas que no se asustan con facilidad. Poco a poco, a base de tenacidad, prudencia y coraje, han ido ganando parcelas de confianza, aprendiendo las reglas del buceo bajo el hielo y atesorando minutos de imágenes "imposibles".
El otro día, como los grandes toreros en la Maestranza, llegó para ambos el "momento de la verdad". Al ver a una foca leopardo atacar a un grupo de pingüinos, nuestros dos amigos -que ya estaban equipados- se lanzaron al agua. Supongo que debían sentirse como Curro Romero antes de entrar a matar un Miura. Pero, para su suerte, la formidable cazadora se limitó a jugar con ellos, enseñarles el pingüino que estaba devorando y nadar a pocos centímetros de su cámara. Entonces pensé en la frase que, unos días antes, había dicho el amigo Ferreras: "El Real Madrid es grande porque consigue lo posible y es legendario porque consigue lo imposible". Me dije para mis adentros que, para conseguir lo imposible, lo más importante es rodearse de buena gente y luego... creérselo y atreverse.
Sebastián Álvaro es director de 'Al Filo de lo Imposible'.