Esta vez rotaciones sin mareo
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No era fácil tentar a la suerte después de lo que ocurrió en La Romareda. Lo digo por los cambios que introdujo López Caro en el equipo titular. Pero igual que allí fueron suicidas estando como estaban en una semifinal copera, ayer el sentido común dictaba que había que reservar a medio equipo para el Arsenal. La euforia colectiva del martes aún duraba. Con eso y una pizca de calidad de Guti, Baptista y Robinho sirvió para dejar medio resuelto el choque en diez minutos. En el banquillo rival, Piterman, con la mirada perdida, seguía su cursillo acelerado de aprendizaje. Al final, igual acaba asimilando algo, aunque no creo.
Parecía sobrar la segunda parte, pero el Bernabéu esperaba a su jugador bandera: Raúl. Las tres Copas de Europa que lleva en sus botas, los goles decisivos que han resuelto decenas de partidos y la casta demostrada en este tiempo, no podían pasar inadvertidos. Sin la emoción de los puntos en juego, porque los vitorianos con tres delanteros eran incapaces de meter miedo, el estadio se preparó para el reencuentro. Se produjo de la forma espartana con la que se ha realizado la recuperación de su rodilla. Ni amañando convenientemente un amistoso, se hubiese preparado mejor el partido contra el Arsenal.




