Negociar tarde se paga caro
Ayer, día límite de traspasos, Carlos Jiménez se entrenó por la tarde sin saber si el día siguiente pertenecería al Estudiantes o al Real Madrid. Me parece injusto. Toda la odisea que le ha correspondido vivir me parece incoherente. Si hay algún jugador que merezca respeto y generosidad ese es Carlos Jiménez, por el simple motivo de que él es el más honesto de todos, o tanto como el que más. No comprendo las dudas, la lentitud del Real Madrid en definirse.
Diez años atrás se vivió una situación similar, con Alberto Herreros de protagonista. Y hay una diferencia rotunda entre lo ocurrido entonces y ahora: desde el primer instante, Herreros tuvo claro que el Madrid haría todo cuanto fuese preciso para consumar el fichaje. Pedro Ferrándiz, responsable de la sección madridista y valedor de la operación, consiguió máxima implicación jurídica y económica del club. Hubo que recurrir al Decreto 1.006 y el Real Madrid tuvo que pagar 250 millones de pesetas, pero lo prometido se cumplió: Herreros vistió de blanco y en ningún instante se vio desasistido.
Diez años después, otro alero internacional en la encrucijada y otra guerra de cifras sobre la mesa. Pero esta vez con una diferencia clave, al margen de lo económico: el Madrid se ha movido con indecisión, lentitud y escasa fiabilidad.