El Bernabéu a los pies de Robinho

Ha tardado cinco meses en meterse a los aficionados en el bolsillo. Deslumbrar le costó menos, los 20 minutos de Cádiz en su debut. Y más que planes dietéticos y kilos de moral por parte de entrenador y compañeros, Robinho lo que necesitaba era el cariño del Bernabéu. Hasta ayer no lo pudo percibir. Pero igual que es un estadio exigente, cuando se entrega, se entrega de verdad. Y lo mejor para Robinho es que ese cariño perdure. Vamos, que tiene pase pernocta para los próximos meses. Y lo tiene porque es un jugador especial. Me da que con él no habrá término medio: o sale a hombros o lo mejor es que busque la ducha cuanto antes.

También ha aprendido rápido las otras exigencias de su estadio. Ayer le salió todo, se atrevió con bicicletas, marcó un gol espectacular y, pese a ello, balón que perdía, balón que intentaba recuperar. Y eso siempre ha gustado al Bernabéu, lo de perseguir balones imposibles o lo de pegarse la paliza corriendo detrás del rival. Es más, muchas de las grandes ovaciones que yo he visto en ese estadio están relacionadas con ese tipo de situaciones. Eso también lo hizo perfecto Robinho. Hasta el beso que le dio a Herrerín, delegado del equipo, cuando se retiraba en el descanso, es del agrado del respetable.