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Al Atlético se le indigesta el chuletón

Es cuestión de hambre. El deporte siempre ha sido así. La diferencia entre los mitos y el resto está en la cabeza. Alemania e Italia acumulan títulos acompañados por la coletilla 'no juegan a nada'. Pero salen convencidos de que van a ganar y tienes que matarles para derrotarles. Larry Bird era lento, no podía saltar, no podía correr, pero es una leyenda porque nadie perdía peor que él. Ali estaba oficialmente acabado cuando acometió la batalla de la jungla ante Foreman. Pero sabía que tenía que vencer. Por su legado, por la lucha negra, porque sí. Porque era el más grande. Y lo hizo. Hubo un tiempo en que el Atlético también sintió esa presión, esa obligación de ganar por respeto a su nombre. Y ganaba. El Pupas no existía. Ahora, aquellos tiempos suenan a historia antigua.

Hay una excusa para cada derrota, el destino les persigue, bla bla bla... No parece grave que el Atlético malviva en la mediocridad y los jugadores lo sienten. Llegan con hambre a un club con medios de grande, pero exigencias menores. Y se contagian. En breve se acostumbran a tener el chuletón garantizado pase lo que pase sobre el campo. El conformismo arrastra hasta a ganadores natos como Torres, Perea e Ibagaza. Por eso, Bianchi no funcionó. A él, que ya lo había ganado todo, no le quedaba hambre suficiente como para invertir esta dinámica perdedora. Por eso la apuesta por Murcia puede funcionar. Aún tiene todo por demostrar y no está maleado por la dolce vita. Tal vez logre hacer ver a su plantilla que sin victorias el chuletón son ellos: el olvido les engullirá.