Yo digo J. J. Santos

No mareen a Julio Baptista

J.J.Santos
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Debe ser muy duro tardar varios años en encontrar tu identidad en un terreno de juego y, cuando la encuentras y explotas, que te vuelvan loco. Y justo cuando acabas de firmar el contrato de tu vida. Resumido en dos líneas, es lo que le viene ocurriendo a Baptista desde el pasado verano. El aturdimiento empezó con el fichaje en sí por el Madrid. Como se hizo tarde, Baptista realizó parte de la pretemporada con el Sevilla. A la sorpresa inicial se unió otra cuando Luxemburgo se empeñó en que durante su primer mes como madridista ocupara la banda izquierda. Cuando el inventor del cuadrado mágico se dio cuenta de la boutade, llegó una lesión que le dejó fuera del equipo otro mes. ¿Se puede pedir más?

Medio año perdido, una cifra raquítica de goles cuando se había acostumbrado a marcar más de veinte por temporada y, lo que es peor, la pérdida de confianza. Esta llegará si los que mandan confían plenamente en él, independientemente de que el balón continúe sin entrar. En Sevilla, Joaquín Caparrós logró que un mediocentro defensivo, sin apenas llegada, se convenciera de que su fortaleza natural se aprovechaba mejor como segundo delantero, que en vez de robar balones tenía que cabecearlos, que en vez de hincharse a dar pasecitos de tres metros, debía arrancar y acabar la jugada en el área del rival. Si funcionó una vez, ¿por qué no va a funcionar otra? El peligro está en que sigan utilizándole de parche.

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