Fue el padre de todos los veteranos
Noticias relacionadas
Casi toda mi trayectoria en el Espanyol estuvo ligada a la figura de Manuel Meler. Debuté con el primer equipo unos meses antes de que cogiera la presidencia. Siempre me trató como un hijo, y más cuando debimos tratar el peliagudo asunto de mi traspaso. Barcelona o Valencia, esa era la duda. ¿Se imaginan? Meler tuvo que aguantar la presión popular, porque en esos años 70 no era fácil cambiarse de acerca, cruzar la Diagonal. Don Manuel pensó en mí, me llevó al Valencia y de ahí salí años después muy victorioso. Pasaron varios años hasta que no volví a verle más a menudo. Fue una vez retirado, cuando me decidí a seguir disfrutando del fútbol con los veteranos. Con los años, descubrimos que Meler era el amigo perfecto para los futbolistas de la casa.
El veterano es, de por sí, un hombre inquieto. Pues Meler nos tenía siempre una respuesta a mano, la perfecta ayuda para que la asociación pudiera seguir caminando. El presi ha estado presente en nuestras actividades hasta el último momento, en cenas, en entregas de premios, en todo acto en el que creyera que su presencia pudiera ser de gran ayuda. "Ai, noi", me decía, "con lo bien que tirabas las faltas...". Nunca le podremos agradecer lo suficiente el haber convertido Sarrià en un campo entrañable, decididamente inimitable. Lo convirtió en La Bombonera hasta que el dinero se lo llevó por delante en 1997. Pero aún le quedaban por delante varios años para disfrutar de su Espanyol, en Montjuïc. Lástima que no haya visto el sueño de Cornellà hecho realidad.




