Lo peor de todo es el bostezo

Ha bajado tanto el nivel de exigencia en el Madrid que observé tras el partido de Copa contra el Athletic que muchos se mostraban contentos, además de por la victoria, por el cambio de cara del equipo. Advertí entonces, y lo hago nuevamente ahora, que tan malo como perder es caer en la vulgaridad. Cierto es que el equipo sufre menos porque se afanan más en la presión, pero a la hora de construir, nada de nada. Pretender que lo haga Helguera, cuando lleva cuatro años de central, es de ilusos. Y sobre la labor de Guti, sería repetitivo recordar lo mucho que baja su rendimiento cuando es titular y tiene plena responsabilidad.

Igual hoy es un día de felicidad para el madridismo, aunque seguro que aún quedan exigentes que deben estar que echan las muelas. Ni una jugada con calidad, ningún gesto de superioridad. Jugadores que se quitan el balón de encima para no fallar. Otros que siguen abusando del juego horizontal. Si fuera López Caro, mandaría anotar los pases que se dan hacía atrás. El número sonrojaría al vestuario. El técnico tuvo poco atrevimiento. Sacarse de la manga a Helguera en el centro del campo para tapar a Riquelme no fue una idea feliz. Como tampoco lo fue no utilizar a Soldado tras la lesión de Ronaldo.