Roberto pierde la sonrisa
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Puedo dar fe de que era igual de divertido y simpático fuera que dentro de los terrenos de juego. La permanente sonrisa de Roberto Carlos nunca era forzada, ni para posar. Hablo en pasado porque hace tiempo que la perdió. Igual que hace tiempo que perdió la confianza de algunas personas. Roberto lleva tiempo mezclando las cosas. Nada tiene que ver que no rinda con una persecución de la prensa. Eso no justifica contestar con la soberbia que lo hizo ayer, que él come con quien quiere.
En la comida oficial del club, con presencia y representación de todos los estamentos tiene que representar el papel de capitán que le otorga su veteranía. A menudo, los jugadores, cuando no les salen bien las cosas, confunden amistad con amiguismo y se sienten abandonados por los que pensaban que eran sus colegas. De esos amigos se acuerdan muy poco cuando ganan, por cierto.




