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Hombres que se portan como niños

A este lamentable punto hemos llegado. Cerezo y Bianchi se han visto en la necesidad de empezar a tratar a los futbolistas como si fueran niños. No se les puede recriminar, la situación es tan desesperada que hay que intentarlo todo, pero es una lástima que una plantilla de profesionales privilegiados lleve las cosas hasta este extremo. La patética imagen del Atlético en Pamplona, con los rojiblancos resignados a su suerte mientras Osasuna jugaba con ellos, ha colmado el vaso. Tal vez sí que sean unos niños mimados y necesiten para reaccionar ese rollo tan manido y, me gustaba creer, anticuado de la mano dura. La sensación es que se han cansado de Bianchi y, en un comportamiento muy maduro, han optado por el clásico me enfado y no respiro. Y ahí se las den todas.

No creo que le estén haciendo la cama al técnico, pero tampoco parece que vayan a matarse por salvarle el cuello. Ahora, con la Navidad y los buenos propósitos, cada día sale un jugador, serio y cariacontecido, entonando un mea culpa que se antoja tardío y forzado. Forzado por la nueva política de los dirigentes, obligados a soltar regañinas individuales a los futbolistas para exigirles un compromiso que todos pensábamos que existía por contrato. Pero no, hay que recordárselo a los chavales, que andan despistados. Y, después, Bianchi les da donde más duele: concentración en plenas fiestas. "Como habéis sido malos, castigados sin salir". Así me trataban a mí mis padres si sacaba malas notas. Pero yo era un adolescente y nadie me pagaba por estudiar. La infancia no es eterna, chicos.