Estamos en manos de un ganador

Algunos amigos y familiares le van a tomar el pelo con este reportaje a Luis. Nunca se preocupó en exceso del vestuario, lo que no quiere decir que no tenga planta para la etiqueta. Pero no es lo suyo, sinceramente. Tampoco conozco a ningún entrenador que haya ganado títulos gracias a la pajarita. Pero valoren el esfuerzo de lucir este terno. Son tantas las ganas que tiene de que salga bien lo de Alemania, que cualquiera cosa para desear suerte a la Roja. Si hay que brindar en plan pincel, se brinda. Al tiempo, levanto también mi copa para que Luis llegue a la cita limpio de mente, obviando el desastre de casa que tiene detrás y centrado en transmitir a los jugadores lo que siempre logró cuando era técnico de club: el hambre de títulos.

Brindo también para que los jugadores se lo crean, para que vean en el discurso del míster algo más que la arenga de un tío vehemente. Ya toca que sean ellos los que tiren del carro. Muchos de los que viajen al Mundial pudieron comprobar en Portugal que los aficionados son los primeros en dar un paso al frente a la hora de confiar en el equipo. Hay que impregnar de ese entusiasmo a nuestros internacionales y dejarnos de zarandajas de que siempre vendemos la piel del oso antes de cazarlo. Esta vez, el primero que no se va a cortar a la hora de marcar el objetivo es Luis: hay que buscar el título. Y por debajo también ha puesto el listón: todo lo que sea no meterse en cuartos de final es un fracaso. Pues eso.