La ilusión creada se ha esfumado
A punto de terminar la primera vuelta del campeonato, vuelven a repetirse las mismas sensaciones de siempre en el Atlético. La cruda realidad ha hecho trizas las esperanzas que por enésima vez habían anidado en los aficionados rojiblanco. De nuevo se vuelve la mirada atrás, siempre de reojo, hacia los puestos de descenso. De nuevo se ha de confiar en que, por lo menos, logremos salvar los muebles. El año termina con el equipo roto, sin fe ninguna y con la confianza por los suelos. Los partidos únicamente sirven para comprobar la impotencia y vulnerabilidad que nos viene caracterizando desde hace mucho tiempo. No hay una sola línea que funcione, ni siquiera la defensa que ha terminado por sumarse a la debacle general.
Carlos Bianchi, que encima nos toma el pelo cuando insinúa que necesita siete años para consolidar su proyecto, es el principal responsable del desaguisado que vive ahora mismo este equipo. Quizá haya sido por su incapacidad manifiesta para dar un mínimo de sentido al juego del equipo y construir un bloque a pesar de los refuerzos con los que ha contado. Tampoco conviene olvidar el fiasco absoluto de unos jugadores que han estado muy por debajo del nivel que todos esperábamos de ellos cuando arribaron en el estadio Vicente Calderón. Por mucha última oportunidad que se le hayan dado al Virrey, entiendo que tiene las horas contadas. Méritos ha hecho, sin duda, para que le busquen un relevo de forma inmediata.