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Ya lo dijo el gran Pepe Samitier

Hace más de medio siglo Pepe Samitier, un mago como futbolista primero y todo un filósofo después como secretario técnico, dejó una frase para la historia que todavía sigue vigente: "Si el fútbol fuera rentable estaría en manos de los bancos". La situación es muy clara y se repite en la casi totalidad de los clubes: el balance en la explotación del negocio futbolístico es altamente deficitario. El fútbol no produce lo que gasta, a pesar de la exploración de lo que antes se llamaban ingresos atípicos y hoy se engloban bajo el epígrafe de la mercadotecnia.

Otra vía, que tampoco es nueva, es la venta de activos inmobiliarios (lease estadios o ciudades deportivas), con la complicidad del poder político de turno local, y promover la construcción de nuevos estadios y sus anexos comerciales, que prometen pingües beneficios para que la noria siga dando vueltas. Ante esta perspectiva han llegado al fútbol empresarios que han invertido millones de euros en la compra de acciones de los clubes, a sabiendas de que la frase de Samitier está plenamente vigente.

Detrás de esa inversión casi siempre hay un plan para hacer un nuevo estadio. Cuentan como argumento la presión de la afición, que siempre está a favor del cambio porque éste va acompañado de promesas de un futuro mejor que el actual, y la comprensión de los ayuntamientos para los que la mayoría de los viejos estadios de fútbol (se ubican en el centro de las ciudades) se ha convertido en un molesto obstáculo para sus planes urbanísticos. El problema residirá en que estos dineros del ladrillo servirán para disparar el gasto (como ya pasó con el que generó las televisiones) y dentro de diez años estaremos en las mismas.