El Madrid, todo menos un equipo

A poco que observáramos lo ocurrido en las horas previas, nos habríamos dado cuenta de que el incendio que hay en el vestuario es de considerables dimensiones. Un jugador que pierde los nervios por un chisme en la radio, otro que carga contra la afición porque le recriminan su trabajo, un técnico que a falta de otros argumentos apela a lo divino... Junten todo eso y trasládenlo al terreno de juego. Entonces será muy fácil interpretar el desbarajuste vivido ayer.

Pero puestos a concretar, se me hace muy difícil explicar que nadie tomara el mando del equipo en el centro del campo, igual porque no hay nadie para esa misión en la plantilla. Se me hace muy duro pensar que el nivel máximo a nivel físico es el que se exhibe cuando no hemos llegado ni a mitad de temporada. Los aspavientos de Beckham cada vez que no le veían un desmarque, sobraban. Como sobraba que el público se cebara con Ronaldo desde el primer momento. Tan desafortunadas son sus declaraciones arremetiendo contra el respetable como la falta de memoria de éste. Si a eso unimos los habituales desbarajustes en defensa, el declive de Zidane, el nerviosismo de Robinho y el manejo absurdo de los canteranos, que acaban jugando dos partidos por día, pues blanco negrísimo.