El sueño de Roman Abramovich
Roman Abramovich, patrón del Chelsea, sólo suspira por un jugador en el mundo: su ex compatriota Andriy Schevchenko. Ha tratado de convencerle una y mil veces para que deje el Milán, pero el delantero ucraniano se resiste porque tiene una relación paterno-filial con Berlusconi, jefe del Gobierno de Italia y propietario del club lombardo. Sheva seguirá en Milanello por mucho que le pese a Abramovich, que ocupa la posición número 25 en la lista Forbes, la de las personas más ricas del mundo.
Shevchenko, de origen humilde, es un profesional dentro y fuera del campo. Cada año destina parte de sus ganancias a proyectos benéficos, casi siempre relacionados con los niños con quienes tiene una especial sensibilidad. La misma que Silvio Berlusconi demostró con él cuando se prestó para que el mejor especialista italiano en enfermedades coronarias operara al padre del jugador ucraniano, afectado de un problema de corazón. Ese paso adelante del dottore no cae en el olvido para Sheva, que cumple su séptima temporada en el Milán y que no tiene otro club en su presente ni en su futuro.
El delantero ucraniano es junto al brasileño Kaká (que se casa el próximo día 23 en Sao Paulo) la joya del Milán. Un ídolo para los jóvenes, un ejemplo para compañeros y rivales y la antítesis de Christian Vieri, otrora en la Juventus y hoy en el Milán, que es la cara más desagradable del campeón italiano por su falta de apego a unos colores.