Una cabeza dura y bien amueblada
AJuan Ramón la vida no le ha regalado nada. Hace 17 años, López Caro se partió la cabeza jugando con su amado Lebrija un partido de Tercera División. Él sólo tenía 25, la edad de Pavón. Era un volante apañado y sin excesivos alardes. En un duelo a quemarropa ante el Cacereño sufrió un terrible encontronazo con otro jornalero humilde. "Se llamaba Paco Alba. Su cabeza impactó con la mía de manera brutal y me provocó una lesión en el cráneo y tres fisuras nasales. Acabé en el hospital. Estuve más para allá que p'acá. Y dejé el fútbol...".
Esa desgracia le hizo más firme en sus convicciones y fortaleció su carácter. Pasó a los banquillos y conoció el fútbol de vestuario maloliente, tierra embarrada y botas agujereadas. Vivió al día y esperó su momento. Por eso creo en su entereza para torear con los galácticos (un mundo inabordable para sus predecesores) y le veo con hambre para imitar el modelo triunfal de Aguirre en Pamplona. Se juega como se entrena. López Caro pretende trabajar como en su Castilla. Que jueguen los once que estén rebosantes de ilusión y energía. ¿Un utópico? ¿Un iluso soñador? No. Un profesional curtido al que la vida le ha abierto la puerta del éxito. Suerte, J.R.