Luxa dice adiós desde el rencor

Si alguien tenía dudas de cómo aceptó el despido Luxemburgo, tras escucharle habrá comprendido que sigue en plena digestión del mismo. Le recomendaría que tomara antiácidos porque está resultando pesada, muy pesada. Abro un paréntesis para decir que me resulta inexplicable la presencia de Butragueño ayer en la misma mesa que el brasileño. Una cosa es dar la cara y otra hacer el panoli cuando el que se marcha te está poniendo a parir. Sí, porque puede parecer muy educado, pero Luxa dejó claro que la grandeza del Madrid no se corresponde con la forma de tirar por tierra un proyecto tan bueno como el suyo. El Buitre permaneció impávido ante los continuos mensajitos que enviaba el destituido. Por decoro, tendría que haber evitado la escena.

En realidad sobró toda la comparecencia. Nada nuevo que no conociéramos. Sabemos de memoria que Vanderlei es un ganador, que su método ha triunfado allá donde ha ido, que las distintas fases del proyecto culminaban el próximo mes de junio con un título en el bolsillo, que el club no ha querido reforzar su figura como máximo responsable y que cierto sector de la prensa, más que criticar, persigue. Insisto, todo eso ha sido el argumento principal cada fin de semana en sus ruedas de prensa. Pero al final, entonces y ahora, humo. Puedes ser un gran vendedor y presentar una baratija de bisutería como la mejor joya de la corona pero, cuando rascas, aparece el metal innoble. Cuando eso ocurre, la palabrería queda sólo en eso, en palabrería.