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Teoría sobre los orígenes

No hay que dar por supuesto que el progreso o el sentido común se impongan por su propio peso. No; aunque a algunos de ustedes se lo parezca, no me estoy refiriendo a la crisis del Real Madrid ni al actual momento político. Quiero hablarles de un viaje especial, el del velero Beagle alrededor del mundo, que cambió la idea que teníamos de nosotros mismos y del planeta en el que vivimos. El estar ya en el tercer milenio y disfrutar de espléndidos avances tecnológicos no ha sido suficiente para derribar todas las murallas del dogmatismo que continúa acechando detrás de ciertos planteamientos científicos (eso dicen sus defensores).

Algunos creíamos que ya estaban superados los debates que se suscitaron en Estados Unidos, a comienzos del siglo XX, en torno a la teoría darwiniana sobre el origen de las especies mediante la selección natural. Todo había comenzado con un viaje de exploración al que seguiría un apasionante viaje de la mente. Frente a los postulados de Darwin se agitaba el poder absoluto de la Biblia para explicar de dónde venimos. Siguiendo ese ciego fanatismo (en el que la religión era utilizada como dogma de fe y no como fuente de espiritualidad y solidaridad humanas) incluso un clérigo tuvo la desfachatez de poner día y hora al nacimiento de nuestro planeta, llegando a fechar en unos 4.000 años la antigüedad de la Tierra, cuando en realidad tiene más de ¡4.000 millones! En La herencia del viento (1960), el director Stanley Kramer recreó un famoso juicio, ocurrido en 1925, en el que un predicador de Tennessee denunció a un profesor por enseñar a sus alumnos la teoría de Darwin. Estábamos muy equivocados los que pensábamos que Spencer Tracy, en el papel de abogado defensor, les había derrotado para siempre.

Hoy, el debate ha vuelto a aflorar en Kansas, de la mano de los defensores de lo que hoy definen como "el diseño inteligente". Con esta teoría los fundamentalistas norteamericanos han vuelto a la carga contra Darwin. Desde luego, no le habrían sorprendido estas críticas, pues durante su vida ya tuvo que soportar todo tipo de ataques y burlas y no sólo de los popes religiosos y los fundamentalistas cristianos. Él mismo se torturó durante años. "...Me siento como si estuviese confesando un crimen", escribió a un amigo mientras se encontraba redactando los primeros esbozos de su Teoría de las especies. Cuando regresó a su casa, tras cinco años de navegación, traía con él la semilla de una idea que iba a cambiar el mundo. El propio Darwin nos explicó que llegó hasta ella gracias "al amor a la ciencia, a una ilimitada paciencia para reflexionar sobre cualquier objeto, a la observación minuciosa, a la recopilación de hechos y a una buena dosis de fantasía y de sentido común...". Que buena fórmula si alguien pudiera ponerla en práctica en la política española y en el Real Madrid.