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Lección de humildad a los brasileños

Existe un cierto complejo de superioridad de parte de los brasileños hacia el resto del mundo del fútbol. No es, desde luego, uno de esos complejos que carece de fundamento. Pero no deja de ser desagradable oír a Paulo Campos, ex miembro del cuerpo técnico del Madrid, no sólo arremetiendo contra Guti sino hablando de manera altiva sobre el fútbol español. Ayer, para colmo, llegaron noticias de Brasil de que el representante de Robinho había afirmado en la radio que Salgado era un lateral lamentable, que Helguera y Pavón eran un desastre como centrales y que Luxemburgo no tenía ninguna culpa de los problemas del Madrid.

Además de comentar que si yo fuera el representante de Robinho me quedaría muy callado, agregaría: que por más grande que sea el fútbol brasileño a nivel de selección lo que queda patente es que la Liga brasileña es, hoy por hoy, inferior a la española. Si no, ¿cómo se explica que Luxemburgo, que allá ganaba campeonatos a placer, no sólo fracase en España, sino que acabe perdiendo totalmente los estribos? Si no, además, ¿cómo se explica que en Brasil Robinho ganara partidos solo y aquí los defensas rivales lo ven venir y se relamen? El error, en el que cayó Luxemburgo y caen sus compatriotas, es no entender que un abismo separa una liga de la otra; es no entender que el hecho de que un jugador, o un entrenador, triunfe en Brasil no ofrece ninguna garantía de que triunfe en Europa. El Madrid, al creerse la propaganda brasileña, cometió el mismo error. Se supone que no se volverá a repetir.