Lo de siempre: Iker y Ronie
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Empieza a resultar cansino ver una y otra vez la misma película en el Bernabéu. Luxa expresaba en la víspera el deseo de que la gente abandonara el estadio con una sonrisa de oreja a oreja, que por fin disfrutaran con un buen espectáculo. Pues habrá que seguir esperando. Ayer volvieron los pitos, el mal rollo entre jugadores y aficionados, el baile del rival, el correr sin cabeza. La única diferencia es que, además de Casillas bajo palos, estaba Ronaldo en ataque. Eso asegura que va a enchufar una ocasión si tiene una y media. Pero ni la eficacia del nueve tapa los agujeros negros de un equipo que no rula. Y ya no es falta de voluntad, es que no saben a qué juegan.
Que una plantilla con una nómina tan galáctica siga dependiendo de que tengan un buen día el portero y el delantero centro resulta frustrante. Tanto como que Beckham desaproveche su gran momento confundiendo garra con sobredosis de agresividad. O igual se pasa de revoluciones viendo el panorama que le rodea. Pero para resignación la de Casillas. O cambia mucho la cosa o terminará con úlcera de estómago. Le disparan como al muñeco del pim pam pum. Entre tanta mala noticia, una buena: Zidane ya no está perdido. O al menos parece menos fatigado.




