Messner, un superviviente
Reinhold Messner es el más grande alpinista que jamás ha existido. Les podría decir que sólo un futbolista que uniese la clase de Di Stéfano, el toque de Pelé, el regate de Maradona y la contundencia de Ronaldo, podría comparársele. Las revolucionarias ideas de este aventurero excepcional conmocionaron las bases del alpinismo. Detrás fuimos el resto siguiendo sus pasos, aprendiendo.
Sin duda su relación de ascensiones, travesías y aventuras resulta apabullante; hasta tal punto que, casi con total certeza, se puede afirmar que nadie podrá igualar su historial, pues aunque un día alguien pudiese repetirlo ya no tendría el mismo valor de aquella primera vez. Desde la primera escalada de la pared del Rupal del Nanga Parbat, cuyo dramático descenso se convirtió en uno de los momentos más decisivos de su vida, a la escalada del primer ochomil en estilo alpino, la primera ascensión del Everest sin utilizar oxígeno, la primera ascensión de un ochomil en solitario, la primera ascensión del Everest en solitario y sin oxígeno, la primera ascensión de los catorce ochomiles, la travesía de la Antártida o las exploraciones realizadas en Asia Central y el Tíbet.
Son, una a una, actividades que hubieran encumbrado a lo más alto del Olimpo alpino a cualquier aventurero, y que le han convertido en el prototipo del héroe, del superviviente. Pero lo más importante es que Messner es un hombre que siempre ha estado atisbando nuevos caminos en el mundo de la aventura, explorando en ese comprometido terreno fronterizo, entre la vida y la muerte. Ha escrito más de cincuenta libros y ha sido eurodiputado. Más importante ha sido el hecho de que nunca estuviese conforme con lo conseguido. Un hombre como esos del Renacimiento a los que tanto admira. Y que nunca podrá detenerse.