Luxemburgo y la táctica del miedo

No era plato de gusto enfrentarse al Bernabéu tras lo del sábado. Eso debió pensar Luxemburgo cuando sacó un equipo peleón. Si dice la prensa que perdiendo me voy a la calle, vamos a amarrar por si llevan razón, debió pensar. Colocó un doble pivote con los Garcías, Pablo y Sergio, y refrescó la banda derecha con el voluntarioso Diogo. El resto estaba condicionado por las lesiones. Pero el canguelo del técnico se veía también en los rostros y en el comportamiento de muchos jugadores. Robinho no tira bicicletas por si pierde el balón y, a fuerza de no ser atrevido, acaba siendo silbado. Ha llegado el momento de que el delantero se quite los complejos, porque tenemos que tirar de vídeos para que las dudas no aumenten.

Pero es que esa sensación también se percibe viendo tocar a Zidane. Al margen de que la limitación física le condicione, el francés no arriesga nada. Lo de Roberto Carlos es aún más preocupante porque ahora se queda de vigilante de la banda y se pierde su vocación ofensiva y, defender, lo que se dice defender, Roberto más bien poco. Vamos, que entre los nervios por el recibimiento del respetable, las excesivas precauciones del técnico, el miedo a perder y la resistencia de un equipo apañadito enfrente, el Madrid volvió a rascar poca bola. Y eso hizo que sonaran nuevamente los pitos, que se entendiesen mal los cambios y que el socio empiece ya a perder el respeto por aquellos a los que ha venerado hasta hace nada.