Yo digo J. J. Santos

Magistral lección del Bernabéu

J.J.Santos
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Toda la belleza, toda la magia que desplegó ayer Ronaldinho en Madrid, será recordada también por el reconocimiento deportivo y sabio de los madridistas. Hay pocas cosas que te emocionen en un estadio pero ayer fue una sucesión de gestos, detalles y jugadas que permanecerán muchos años en nuestra memoria. De entrada hay que decir que si anoche no cayó un solo objeto sobre el terreno de juego, será difícil que caiga alguno en el futuro. Parece que la gente se va dando cuenta de que al fútbol hay que ir a pasarlo bien y no a hacer el cafre. Hasta hace nada, dos cosas sacaban de quicio a los aficionados más irracionales: que te marcara un gol el jugador más odiado o que tu equipo fuera humillado por el eterno rival. Ambas cosas ocurrieron ayer. Y no se tiró ni un avioncito de papel. Genial.

Pero la grandeza del Bernabéu fue más allá. No se cebó especialmente con Etoo, sabiendo como saben que el delantero camerunés sigue teniendo un hueco en su corazón para esos aficionados. Ganó el sentido común frente a los que quisieron echar gasolina a unas brasas de un fuego ya apagado hace meses. Perdonó el estadio el baño que estaba recibiendo su equipo porque sabían que no es un problema de jugadores sino de no conocer desde hace tiempo a qué juegan. Y, finalmente, se pusieron en pie para homenajear al que con justicia ganará este año el Balón de Oro. Ronaldinho es un tipo que disfruta jugando al fútbol y ayer comprobó que hasta la afición rival se lo agradece.

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