Toñín, mi hermano, te quiero

Toñín, mi hermano, te quiero

A veces la cercanía nos hace perder la perspectiva de lo esencial. Nos ocurre con lo que damos por hecho, desde el agua que sale de un grifo hasta la libertad, sin darnos cuenta que son fruto del esfuerzo de muchas generaciones. Para valorar esas cosas es suficiente perderlas un momento. Acostumbrado a contarles las aventuras que acometemos nunca les he mencionado el tesoro más preciado en el equipo. Se trata de mi amigo, de mi hermano, porque lo es en realidad, el cámara de "Al Filo", Antonio Perezgrueso, Toñín. A pesar de haber cumplido los cincuenta se ha ganado a pulso que le sigamos llamando por su diminutivo. Porque sigue teniendo el mismo entusiasmo, la misma fuerza, y la misma pasión que cuando le conocí escalando en la Pedriza.

Toñín trabajaba en los almacenes de Galerías Preciados, hasta que un buen día le ofrecí venirse al Himalaya. Lo dejó todo e hizo de su vida una aventura, de nómada con la cámara al hombro. Su talento y su capacidad de sacrificio le convirtieron en imprescindible para un puesto al que no se presentan muchos candidatos. Cuando ustedes se asombran de lo mal que lo está pasando el alpinista o el explorador polar, muy cerca se encuentra mi amigo pasándolo igual de mal y además con una cámara de cine de quince kilos al hombro. Su trabajo es callado y sacrificado, como el de los desconocidos cocineros de Julio César por los que se preguntaba Bertold Bretch, pero igualmente imprescindible. La profesión se lo ha reconocido premiándole con su galardón más importante: el de la mejor fotografía de la Academia de la Televisión. Hace dos días nos encontrábamos de vuelta de la Antártida y paramos unas horas en Ciudad del Cabo. De vuelta al hotel nos vimos rodeados por ocho jóvenes que no dudaron en apuñalar a mi amigo para quitarle la cartera y el teléfono. Nos defendimos, pero al final vi a Toñín tendido en el suelo chorreando sangre y con ocho puñaladas, ninguna en un órgano vital.

De camino al hospital me juré no tener que decir lo mismo que Miguel Hernández en su poema a Ramón Sijé cuando pedía que "regresase" porque "tenemos que hablar de muchas cosas". La vida, a veces es una cosa maravillosa y otras, como recuerda Sabina en una de sus últimas canciones, "es la mierda que ha sido". Pensaba en lo injusto que era que un hombre que ha recorrido medio mundo sobreviviendo en las circunstancias más extremas, pudiera morir tirado en una calle sórdida acuchillado por un adolescente que le quería robar el móvil. Me jure pagar la deuda que tenía con Toñín. Lo estoy haciendo con esta columna. Aunque a veces discutimos vehemente es el hombre que mejor representa lo que es "Al Filo...": la capacidad de lucha y sacrificio, el entusiasmo, la tenacidad, la solidaridad y el trabajo bien hecho. Te quiero hermano.